HIBRIDACION
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HIBRIDACION
Unir las características fenotípicas de dos especies es una práctica fascinante y por la que muy pocos criadores no se sienten atraídos. En cuanto a los fringílidos, la práctica de la hibridación probablemente surgió a causa de su canto. Una vez convertido el canario en ave doméstica, algunos criadores debieron proponerse mejorar su canto con el de nuestras mejores aves silvestres. A partir de ese momento se realizaron infinitos intentos y se empezó a realizar una estadística de las especies que se hibridaban con el canario y de las que ponían huevos estériles. Es sabido que el apetito viene comiendo, por lo que no se tardó mucho en pasar de unir cantos a querer unir colores. Al ver que los intentos realizados con pinzones e insectívoros de hermoso canto no daban resultado, se empezaron a hacer pruebas con jilgueros y con los miembros del género carduelis en general.
Con la aparición de los canarios lipocrómicos, y especialmente los blancos, muchos criadores empezaron a soñar con llevar esa misma mutación al jilguero (un ejemplar totalmente blanco con la cabeza roja y las alas amarillas). Es una meta casi imposible, pero ha dado la señal de salida a la carrera en busca de híbridos con cada vez menos manchas melánicas. Esta tendencia sigue vigente en la actualidad y en ella vuelcan sus esfuerzos muchos de los mejores ornitocultores.
Los primeros grandes criadores eran ingleses y esto siempre ha sido una baza a favor de los hibridadores de ese país, que han tenido a su disposición los ejemplares más idóneos para su trabajo, tanto los lipocrómicos como los de formas y posiciones aptos para ser cruzados con especies indígenas de talla más robusta, como el verderón, el camachuelo, etc. Seguramente los primeros hibridadores debieron efectuar un gran número de intentos hasta empezar a obtener algún resultado. Eran pioneros y no se basaban en ningún libro ni en ninguna experiencia previa más que en la propia, en sus observaciones y en su iniciativa.
Actualmente hay muchas cosas que las damos por hechas, pero intente imaginar la cantidad de pruebas que debieron hacer aquellos primeros criadores hasta darse cuenta de que el camachuelo es un fringílido y que, por tanto, es hibridable con el canario. Probablemente un criador más constante que los otros se dio cuenta de que el impetuoso cortejo del macho asustaba a la canaria y decidió probar al revés, lo cuál supone una notable habilidad, porque todas las canarias desovan en jaula, pero no supone lo mismo con las hembras capturadas en la naturaleza. En aquella época, para establecer la afinidad con el canario se basaban principalmente en el aspecto físico de los individuos, la estructura del pico, la forma de la cabeza e incluso su comportamiento.
Actualmente parece que ya se ha intentado casi todo y hay tantos dogmas que son muy pocos los que se atreven a experimentar apareamientos inéditos, hasta el punto de que los fringílidos parecen un tema agotado a pesar de que hay más de un centenar de híbridos y de combinaciones que aún no se han realizado. Basta pensar en el Camachuelo de Liberia, un simpático fringílido que es tan diferente de los demás que a nadie se le había ocurrido emplearlo en las hibridaciones, pero bastó que un intrépido criador consiguiese cruzarlo con el Camachuelo mexicano para que se abriese una nueva vía y se consiguiese también la hibridación con el Camachuelo de Pallas.
La mayoría de las hibridaciones se han realizado empleando fringílidos de nuestra fauna local y las especies exóticas más habituales. Pero esto no implica que las otras hibridaciones sean imposibles, sino que a la habilidad y la imaginación también hay que añadir la disponibilidad de ejemplares con los que se pueda trabajar.
Con la aparición de los canarios lipocrómicos, y especialmente los blancos, muchos criadores empezaron a soñar con llevar esa misma mutación al jilguero (un ejemplar totalmente blanco con la cabeza roja y las alas amarillas). Es una meta casi imposible, pero ha dado la señal de salida a la carrera en busca de híbridos con cada vez menos manchas melánicas. Esta tendencia sigue vigente en la actualidad y en ella vuelcan sus esfuerzos muchos de los mejores ornitocultores.
Los primeros grandes criadores eran ingleses y esto siempre ha sido una baza a favor de los hibridadores de ese país, que han tenido a su disposición los ejemplares más idóneos para su trabajo, tanto los lipocrómicos como los de formas y posiciones aptos para ser cruzados con especies indígenas de talla más robusta, como el verderón, el camachuelo, etc. Seguramente los primeros hibridadores debieron efectuar un gran número de intentos hasta empezar a obtener algún resultado. Eran pioneros y no se basaban en ningún libro ni en ninguna experiencia previa más que en la propia, en sus observaciones y en su iniciativa.
Actualmente hay muchas cosas que las damos por hechas, pero intente imaginar la cantidad de pruebas que debieron hacer aquellos primeros criadores hasta darse cuenta de que el camachuelo es un fringílido y que, por tanto, es hibridable con el canario. Probablemente un criador más constante que los otros se dio cuenta de que el impetuoso cortejo del macho asustaba a la canaria y decidió probar al revés, lo cuál supone una notable habilidad, porque todas las canarias desovan en jaula, pero no supone lo mismo con las hembras capturadas en la naturaleza. En aquella época, para establecer la afinidad con el canario se basaban principalmente en el aspecto físico de los individuos, la estructura del pico, la forma de la cabeza e incluso su comportamiento.
Actualmente parece que ya se ha intentado casi todo y hay tantos dogmas que son muy pocos los que se atreven a experimentar apareamientos inéditos, hasta el punto de que los fringílidos parecen un tema agotado a pesar de que hay más de un centenar de híbridos y de combinaciones que aún no se han realizado. Basta pensar en el Camachuelo de Liberia, un simpático fringílido que es tan diferente de los demás que a nadie se le había ocurrido emplearlo en las hibridaciones, pero bastó que un intrépido criador consiguiese cruzarlo con el Camachuelo mexicano para que se abriese una nueva vía y se consiguiese también la hibridación con el Camachuelo de Pallas.
La mayoría de las hibridaciones se han realizado empleando fringílidos de nuestra fauna local y las especies exóticas más habituales. Pero esto no implica que las otras hibridaciones sean imposibles, sino que a la habilidad y la imaginación también hay que añadir la disponibilidad de ejemplares con los que se pueda trabajar.
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REGLAS GENERALES
Para conseguir el apareamiento de dos especies de géneros distintos se pueden emplear muchos métodos, que varían en función de las especies a utilizar y del espacio disponible. Hay una vieja regla que dice que en la primera generación filial ( la llamaremos F1) el padre aporta los colores y la madre la forma, pero esto no siempre se cumple, aunque invirtiendo el sentido de la hibridación el resultado puede cambiar confirmando la regla, o al menos en parte.
Este último fenómeno es más frecuente en los estríldidos que en los fringílidos. Otro dato importante que hay que evitar cruzar individuos de factor rojo con individuos de factor amarillo, porque si no, al llegar la muda, tendríamos un quebradero de cabeza y no sabríamos si tenemos que darles colorantes o no.
Para obtener buenos F1 conviene cruzar individuos cuyos dibujos se superpongan de forma que se pueda realzar tal característica incluso en el híbrido. Por ejemplo, casi todos los carduelis tienen la banda alar amarilla y al cruzarlos entre ellos se pueden obtener unos F1 con una espléndida banda alar. En el caso de que los dibujos no coincidan, el efecto será más o menos intermedio y sólo excepcionalmente se conseguirá la dominancia completa de la característica de una especie, como por ejemplo en la hibridación entre el jilguero y el pardillo Sizerín, en la que apenas aparece el color negro de la cabeza del jilguero.
Por lo que respecta a las especies cuyas épocas reproductivas no coinciden, por proceder de hemisferios distintos, lo mejor es cruzarlas solamente entre ellas (por ejemplo, cruzar los serinus africanos entre ellos o con el verderón del Himalaya,etc.). De lo contrario habría que alterar el fotoperiodo para anticipar el celo de una de las dos especies. También se podría esperar un invierno templado que anticipe el celo de las especies de nuestro hemisferio o un otoño cálido que retarde su muda.
Una regla importante es la de cruzar individuos de una talla lo más similar posible evitando machos grandes y hembras pequeñas, pero no al revés, pero incluso en este caso, conviene prestar más atención al carácter de los pájaros que a su talla. Por ejemplo, una hembra de cantor de África puede aparearse incluso con un verderón, porque si ella no lo acepta como pareja lo más probable es que intente darle de comer en vez de perseguirla furiosamente por toda la jaula. Al contrario, un cantor de África macho colocado con una hembra de camachuelo común puede llegar a inhibirla a causa de su insistencia para cubrirla.
Pero, por muchas reglas y métodos de que dispongamos, lo más importante para tener éxito en las hibridaciones es analizar y comprender el carácter de cada pájaro.
Al igual que cuando se desean obtener estirpes puras, los reproductores deberán ser tranquilos y con una salud a toda prueba, partiendo de estas características fundamentales, cada pájaro tiene un carácter que lo hace ser único y que el criador deberá aprender a reconocer reservando los machos más agresivos para las hembras más fogosas y los más mansos para las hembras más sumisas.
Para conseguir el apareamiento de dos especies de géneros distintos se pueden emplear muchos métodos, que varían en función de las especies a utilizar y del espacio disponible. Hay una vieja regla que dice que en la primera generación filial ( la llamaremos F1) el padre aporta los colores y la madre la forma, pero esto no siempre se cumple, aunque invirtiendo el sentido de la hibridación el resultado puede cambiar confirmando la regla, o al menos en parte.
Este último fenómeno es más frecuente en los estríldidos que en los fringílidos. Otro dato importante que hay que evitar cruzar individuos de factor rojo con individuos de factor amarillo, porque si no, al llegar la muda, tendríamos un quebradero de cabeza y no sabríamos si tenemos que darles colorantes o no.
Para obtener buenos F1 conviene cruzar individuos cuyos dibujos se superpongan de forma que se pueda realzar tal característica incluso en el híbrido. Por ejemplo, casi todos los carduelis tienen la banda alar amarilla y al cruzarlos entre ellos se pueden obtener unos F1 con una espléndida banda alar. En el caso de que los dibujos no coincidan, el efecto será más o menos intermedio y sólo excepcionalmente se conseguirá la dominancia completa de la característica de una especie, como por ejemplo en la hibridación entre el jilguero y el pardillo Sizerín, en la que apenas aparece el color negro de la cabeza del jilguero.
Por lo que respecta a las especies cuyas épocas reproductivas no coinciden, por proceder de hemisferios distintos, lo mejor es cruzarlas solamente entre ellas (por ejemplo, cruzar los serinus africanos entre ellos o con el verderón del Himalaya,etc.). De lo contrario habría que alterar el fotoperiodo para anticipar el celo de una de las dos especies. También se podría esperar un invierno templado que anticipe el celo de las especies de nuestro hemisferio o un otoño cálido que retarde su muda.
Una regla importante es la de cruzar individuos de una talla lo más similar posible evitando machos grandes y hembras pequeñas, pero no al revés, pero incluso en este caso, conviene prestar más atención al carácter de los pájaros que a su talla. Por ejemplo, una hembra de cantor de África puede aparearse incluso con un verderón, porque si ella no lo acepta como pareja lo más probable es que intente darle de comer en vez de perseguirla furiosamente por toda la jaula. Al contrario, un cantor de África macho colocado con una hembra de camachuelo común puede llegar a inhibirla a causa de su insistencia para cubrirla.
Pero, por muchas reglas y métodos de que dispongamos, lo más importante para tener éxito en las hibridaciones es analizar y comprender el carácter de cada pájaro.
Al igual que cuando se desean obtener estirpes puras, los reproductores deberán ser tranquilos y con una salud a toda prueba, partiendo de estas características fundamentales, cada pájaro tiene un carácter que lo hace ser único y que el criador deberá aprender a reconocer reservando los machos más agresivos para las hembras más fogosas y los más mansos para las hembras más sumisas.
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LA ELECCIÓN DE LOS REPRODUCTORES
Al elegir a los machos daremos preferencia a aquellos que ya han dado resultados positivos en los años anteriores, pero puede resultar que los resultados no satisfagan nuestras expectativas, por lo que conviene probar a los machos cada año. Las hembras deberán ser jóvenes, porque de lo contrario es difícil que acepten llegar a aparearse con un macho que no es de su misma especie. Para acostumbrar a las hembras a aceptar machos de otras especies se puede programar la pareja el año anterior formando nidadas mixtas.
En la práctica, si se desea obtener un híbrido entre jilguero y verderón bastará con tomar la nidada de una pareja de jilgueros y la de una pareja de verderones de la misma edad e intercambiarlas de nidos para que reciban la impronta de la especie con la que deseamos cruzarlos al año siguiente, pero todavía es mejor cambiar de nido solamente la mitad ( de este modo los jilgueros incubarán un nido con dos jilgueros y dos verderones, y los verderones incubarán otro nido idéntico). Así crecerán junto a sus hermanastros y los considerarán como de su propia especie. Si los dejamos en una misma jaula después de la muda, serán ellos mismos los que elegirán pareja.
Algunos hibridadores emplean este método alojando a todos los pájaros en una jaula amplia hasta la primavera, fijándose en cuáles son los individuos que al anochecer se acomodan en la misma rama para dormir juntos y sacándolos para colocarlos juntos en la jaula o pajarera destinada a su reproducción. En la jaula se pueden colocar machos de una especie y hembras de otra, machos de varias especies y hembras de una sola, o machos y hembras de varias especies. Para evitar falsas mudas es necesario que la jaula esté en el mismo local en que los ejemplares van a reproducirse
Al elegir a los machos daremos preferencia a aquellos que ya han dado resultados positivos en los años anteriores, pero puede resultar que los resultados no satisfagan nuestras expectativas, por lo que conviene probar a los machos cada año. Las hembras deberán ser jóvenes, porque de lo contrario es difícil que acepten llegar a aparearse con un macho que no es de su misma especie. Para acostumbrar a las hembras a aceptar machos de otras especies se puede programar la pareja el año anterior formando nidadas mixtas.
En la práctica, si se desea obtener un híbrido entre jilguero y verderón bastará con tomar la nidada de una pareja de jilgueros y la de una pareja de verderones de la misma edad e intercambiarlas de nidos para que reciban la impronta de la especie con la que deseamos cruzarlos al año siguiente, pero todavía es mejor cambiar de nido solamente la mitad ( de este modo los jilgueros incubarán un nido con dos jilgueros y dos verderones, y los verderones incubarán otro nido idéntico). Así crecerán junto a sus hermanastros y los considerarán como de su propia especie. Si los dejamos en una misma jaula después de la muda, serán ellos mismos los que elegirán pareja.
Algunos hibridadores emplean este método alojando a todos los pájaros en una jaula amplia hasta la primavera, fijándose en cuáles son los individuos que al anochecer se acomodan en la misma rama para dormir juntos y sacándolos para colocarlos juntos en la jaula o pajarera destinada a su reproducción. En la jaula se pueden colocar machos de una especie y hembras de otra, machos de varias especies y hembras de una sola, o machos y hembras de varias especies. Para evitar falsas mudas es necesario que la jaula esté en el mismo local en que los ejemplares van a reproducirse
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HIBRIDACIÓN EN JAULA
Para intentar una hibridación en jaula hay que contar con hembras extraordinariamente tranquilas, nacidas en cautividad y acostumbradas a las estrecheces de la jaula; naturalmente cuanto mayor sea la jaula mejor se sentirán los pájaros. Este aspecto es muy importante pues si el macho está en una jaula de buenas dimensiones se pasará el tiempo volando de un lado a otro y no molestará a la hembra.
Si empleamos una jaula de, por lo menos 120 cm. de longitud, podremos usar una división para separar el macho cuando la hembra esté incubando o para apartar a los pequeños cuando la hembra esté desovando de nuevo. Los pájaros deben sentirse protegidos, y para esto lo ideal es emplear una jaula de tipo inglés (cerrada por todos los lados, excepto el frontal), pero si es de tipo abierto le podemos cubrir los lados y el techo.
Se puede emplear una pequeña infraestructura realizada con ramitas de conífera, o únicamente dos posaderos y dos más de reposo en los ángulos superiores de la jaula.
Para proteger a la hembra de los ataques del macho cuando esté en el nido, emplearemos un nido cerrado por fuera y con la entrada algo tapada.
Para conseguir que la pareja se acepte bien, conviene formarla en el periodo inmediatamente posterior a la muda y observar su comportamiento; si los dos pájaros se toleran y duermen juntos, lo más difícil ya está hecho. De lo contrario habrá que separarlos mediante el panel divisorio y volver a juntarlos cuando estén entrando en celo.
Pero el periodo de formar las parejas durante el otoño también tiene sus desventajas, porque si uno de los dos pájaros muere durante el invierno es posible que el otro no acepte una nueva pareja ni de la misma especie, por tanto, a las especies que suelen crear lazos afectivos de larga duración es mejor juntarlas directamente en primavera.
Si en la jaula se quiere obtener una hibridación de fringílido y canaria no habrá ningún problema, pues la canaria desova con gran facilidad sea cuál sea el macho con el que esté emparejada. De todos modos para evitar que éste pueda destruirle el nido o agredirla cuando aún no esté lista para desovar, conviene tener a los machos a hibridar en jaulas individuales, pero lo suficientemente amplias como para que puedan volar. Cuando la hembra empieze a construir el nido elegiremos un macho que ya esté en celo y ponerlo con su compañera; ésta saldrá del nido y lo llamará piando para aparearse. Si no se produce el apareamiento, bastará con separar el macho con el panel divisorio y volver a probar suerte al día siguiente. El macho se habituará muy pronto a esta práctica e incluso llegará a cantar en la mano del criador sabiendo lo que le espera. Por extraño que parezca, hay criadores que cuando un macho se está apareando pone a otro joven e inexperto en la otra mitad de la jaula para que aprenda cómo se hace y así ya estará listo para la siguiente puesta. Con este sistema es posible aparear a una hembra con un macho distinto para cada puesta, pero es mejor que sean del mismo género.
Otros, para favorecer el apareamiento tiñen a la hembra (con rotuladores indelebles de tinta atóxica) para que se parezca al macho con el que se pretende aparearla. Por regla general es un esfuerzo innecesario, pero puede ser útil en caso de machos que hayan sido capturados en la naturaleza y que ya habían tenido la oportunidad de reproducirse con una hembra de su especie en libertad.
Si se intenta una hibridación en jaula con hembras que no sean de canario conviene mantener a la pareja unida, y si la hembra no se siente estimulada a reproducirse y no llama al macho para la cópula, bastará colocar un macho en celo de su propia especie en una jaula al lado de la suya. Éste, que no estará a la vista, la predispondrá a la cópula con su canto y el compañero de la otra especie se encargará del resto. Para evitar que sea el macho el que no se decida a cubrirla, quizá porque ya haya recibido unos cuantos picotazos, lo instalaremos mientras tanto con una canaria. Cuando ya la haya cubierto unas cuantas veces se desbloqueará del todo y al regresar a la jaula hará lo mismo con su compañera.
Para intentar una hibridación en jaula hay que contar con hembras extraordinariamente tranquilas, nacidas en cautividad y acostumbradas a las estrecheces de la jaula; naturalmente cuanto mayor sea la jaula mejor se sentirán los pájaros. Este aspecto es muy importante pues si el macho está en una jaula de buenas dimensiones se pasará el tiempo volando de un lado a otro y no molestará a la hembra.
Si empleamos una jaula de, por lo menos 120 cm. de longitud, podremos usar una división para separar el macho cuando la hembra esté incubando o para apartar a los pequeños cuando la hembra esté desovando de nuevo. Los pájaros deben sentirse protegidos, y para esto lo ideal es emplear una jaula de tipo inglés (cerrada por todos los lados, excepto el frontal), pero si es de tipo abierto le podemos cubrir los lados y el techo.
Se puede emplear una pequeña infraestructura realizada con ramitas de conífera, o únicamente dos posaderos y dos más de reposo en los ángulos superiores de la jaula.
Para proteger a la hembra de los ataques del macho cuando esté en el nido, emplearemos un nido cerrado por fuera y con la entrada algo tapada.
Para conseguir que la pareja se acepte bien, conviene formarla en el periodo inmediatamente posterior a la muda y observar su comportamiento; si los dos pájaros se toleran y duermen juntos, lo más difícil ya está hecho. De lo contrario habrá que separarlos mediante el panel divisorio y volver a juntarlos cuando estén entrando en celo.
Pero el periodo de formar las parejas durante el otoño también tiene sus desventajas, porque si uno de los dos pájaros muere durante el invierno es posible que el otro no acepte una nueva pareja ni de la misma especie, por tanto, a las especies que suelen crear lazos afectivos de larga duración es mejor juntarlas directamente en primavera.
Si en la jaula se quiere obtener una hibridación de fringílido y canaria no habrá ningún problema, pues la canaria desova con gran facilidad sea cuál sea el macho con el que esté emparejada. De todos modos para evitar que éste pueda destruirle el nido o agredirla cuando aún no esté lista para desovar, conviene tener a los machos a hibridar en jaulas individuales, pero lo suficientemente amplias como para que puedan volar. Cuando la hembra empieze a construir el nido elegiremos un macho que ya esté en celo y ponerlo con su compañera; ésta saldrá del nido y lo llamará piando para aparearse. Si no se produce el apareamiento, bastará con separar el macho con el panel divisorio y volver a probar suerte al día siguiente. El macho se habituará muy pronto a esta práctica e incluso llegará a cantar en la mano del criador sabiendo lo que le espera. Por extraño que parezca, hay criadores que cuando un macho se está apareando pone a otro joven e inexperto en la otra mitad de la jaula para que aprenda cómo se hace y así ya estará listo para la siguiente puesta. Con este sistema es posible aparear a una hembra con un macho distinto para cada puesta, pero es mejor que sean del mismo género.
Otros, para favorecer el apareamiento tiñen a la hembra (con rotuladores indelebles de tinta atóxica) para que se parezca al macho con el que se pretende aparearla. Por regla general es un esfuerzo innecesario, pero puede ser útil en caso de machos que hayan sido capturados en la naturaleza y que ya habían tenido la oportunidad de reproducirse con una hembra de su especie en libertad.
Si se intenta una hibridación en jaula con hembras que no sean de canario conviene mantener a la pareja unida, y si la hembra no se siente estimulada a reproducirse y no llama al macho para la cópula, bastará colocar un macho en celo de su propia especie en una jaula al lado de la suya. Éste, que no estará a la vista, la predispondrá a la cópula con su canto y el compañero de la otra especie se encargará del resto. Para evitar que sea el macho el que no se decida a cubrirla, quizá porque ya haya recibido unos cuantos picotazos, lo instalaremos mientras tanto con una canaria. Cuando ya la haya cubierto unas cuantas veces se desbloqueará del todo y al regresar a la jaula hará lo mismo con su compañera.
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HIBRIDACIÓN EN PAJARERA
Mucha gente cree que la hibridación en pajarera es fácil de conseguir, pero no es así. La única ventaja es que la hembra desovará más fácilmente, mientras que hay una serie de inconvenientes dado que el criador tendrá que entrar varias veces en la pajarera y esto provocará el estrés de los pájaros en un momento en el que necesitan ser molestados lo menos posible. En otras palabras, en las jaulas los pájaros son más fáciles de manipular sin estresarlos demasiado. Naturalmente, el problema quedará prácticamente resuelto si los huevos recién puestos se los pasamos a una nodriza.
Para emplear el método de la canaria en la pajarera bastará con unir siempre una canaria a la pareja; dado que la canaria será la primera en reproducirse, si los huevos están fecundados será señal de que el macho está en celo. En caso contrario, lo más probable es que tampoco estén fecundados los huevos de la hembra con la que lo queremos cruzar. Puede suceder que el macho fecunde a la canaria e ignore a la otra, en cuyo caso habrá que retirar a la canaria de la pajarera.
En la pajarera también se puede emplear un macho con varias hembras, pero en este caso deberá tratarse de un verdadero semental si no queremos acabar con un buen número de huevos sin fecundar. Éste modo funciona bien si se aplica con varias canarias, pero si se trata de hembras de otra especie es posible que se molesten unas a otras. Es importante no superpoblar la pajarera y poner como máximo una hembra por cada metro cuadrado de base y colocando sus nidos cerrados en los ángulos superiores, camuflados con algunas ramas. Si el macho es lo suficientemente autoritario, todos los huevos estarán fecundados, las hembras no se molestarán entre ellas y los polluelos recibirán alimento en abundancia.
Uno de los métodos que se emplean consiste en colocar a una hembra con machos de varias especies para ver con cuál se aparea y sacar luego a los demás. Otro sistema es el opuesto al citado, pero también hay quien coloca en la pajarera machos de distintas especies con hembras de la misma especie o de especies distintas.
En el primer caso conviene escoger machos de distintos géneros que por experiencia ya sepamos que no se atacan entre ellos y unirlos a las hembras en jaulas formando una serie de parejas. Una vez colocadas las parejas en la pajarera, si un macho no cubriese a su hembra lo haría uno de los otros. Si los machos se pelean entre ellos sacaremos al más pendenciero, o le dejaremos solamente a él y sacaremos a los demás.
En el segundo caso, las hembras serán trasladadas a la pajarera en otoño y los machos en primavera cuando ya estén en celo. Para no romper el delicado equilibrio del aviario, si se tiene que introducir una nueva hembra será mejor esperar a que las que ya están en la instalación estén incubando sus huevos, así no se alterarán tanto al ver que el macho corteja a la recién llegada. De todos los métodos descritos, cuando no se emplean canarias es preferible emplear el de la pareja fija; con o sin canaria de desfogue
Mucha gente cree que la hibridación en pajarera es fácil de conseguir, pero no es así. La única ventaja es que la hembra desovará más fácilmente, mientras que hay una serie de inconvenientes dado que el criador tendrá que entrar varias veces en la pajarera y esto provocará el estrés de los pájaros en un momento en el que necesitan ser molestados lo menos posible. En otras palabras, en las jaulas los pájaros son más fáciles de manipular sin estresarlos demasiado. Naturalmente, el problema quedará prácticamente resuelto si los huevos recién puestos se los pasamos a una nodriza.
Para emplear el método de la canaria en la pajarera bastará con unir siempre una canaria a la pareja; dado que la canaria será la primera en reproducirse, si los huevos están fecundados será señal de que el macho está en celo. En caso contrario, lo más probable es que tampoco estén fecundados los huevos de la hembra con la que lo queremos cruzar. Puede suceder que el macho fecunde a la canaria e ignore a la otra, en cuyo caso habrá que retirar a la canaria de la pajarera.
En la pajarera también se puede emplear un macho con varias hembras, pero en este caso deberá tratarse de un verdadero semental si no queremos acabar con un buen número de huevos sin fecundar. Éste modo funciona bien si se aplica con varias canarias, pero si se trata de hembras de otra especie es posible que se molesten unas a otras. Es importante no superpoblar la pajarera y poner como máximo una hembra por cada metro cuadrado de base y colocando sus nidos cerrados en los ángulos superiores, camuflados con algunas ramas. Si el macho es lo suficientemente autoritario, todos los huevos estarán fecundados, las hembras no se molestarán entre ellas y los polluelos recibirán alimento en abundancia.
Uno de los métodos que se emplean consiste en colocar a una hembra con machos de varias especies para ver con cuál se aparea y sacar luego a los demás. Otro sistema es el opuesto al citado, pero también hay quien coloca en la pajarera machos de distintas especies con hembras de la misma especie o de especies distintas.
En el primer caso conviene escoger machos de distintos géneros que por experiencia ya sepamos que no se atacan entre ellos y unirlos a las hembras en jaulas formando una serie de parejas. Una vez colocadas las parejas en la pajarera, si un macho no cubriese a su hembra lo haría uno de los otros. Si los machos se pelean entre ellos sacaremos al más pendenciero, o le dejaremos solamente a él y sacaremos a los demás.
En el segundo caso, las hembras serán trasladadas a la pajarera en otoño y los machos en primavera cuando ya estén en celo. Para no romper el delicado equilibrio del aviario, si se tiene que introducir una nueva hembra será mejor esperar a que las que ya están en la instalación estén incubando sus huevos, así no se alterarán tanto al ver que el macho corteja a la recién llegada. De todos los métodos descritos, cuando no se emplean canarias es preferible emplear el de la pareja fija; con o sin canaria de desfogue
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HIBRIDACIONES CON CANARIOS
Los híbridos más abundantes en los concursos y exhibiciones son los obtenidos con canarios. Esto se debe a que todos los criadores de canarios, en un momento u otro, se hacen con algunos fringílidos indígenas o exóticos, y de ahí a intentar cruzarlos con algunos canarios sobrantes solamente hay un paso. Además de éstos hibridadores más o menos ocasionales, existen verdaderos profesionales que se dedican exclusivamente a la hibridación. Éstos programan cuidadosamente las parejas con la tabla y emplean canarios de gran calidad elegidos especialmente en función de la hibridación que desean realizar. La base de todo es que para obtener híbridos de buena calidad con canarios es imprescindible emplear canarios de la máxima calidad, con un color intenso, plumaje brillante y corto y una forma armoniosa y agradable. Y lo mismo podemos decir de su pareja que, tanto si es indígena cómo si es exótica, debe lucir al máximo las características de su especie. Los híbridos a seleccionar pueden ser tanto de la variedad negro-bruno como de la diluida o la jaspeada, y en cada uno de estos casos habrá que elegir un canario del color más adecuado. Es decir, una hembra negro-bruno para los híbridos negro-bruno, un macho diluido para los híbridos diluidos y una hembra lipocrómica para los individuos jaspeados. Las hembras y machos a emplear serán de color intenso o mosaico en función de la pareja con la que se vayan a aparear. En este caso los mosaico van bien cuando se quieren resaltar zonas muy concretas tales cómo la máscara (jilguero, verdecillo, camachuelo mexicano, etc.), el intenso se emplea en todos los demás casos (lúgano de cabeza negra, Sizerín, verderón, etc.)
Pero los buenos F1 jaspeados solamente se obtienen por casualidad y la gran abundancia de jaspeados en los concursos se debe al hecho de que los canarios que más se crían son los lipocrómicos y éstos siempre tienen algún descendiente jaspeado (de hecho, según los jueces de los concursos, basta que haya una pluma aciánica o una uña blanca para que el ejemplar sea considerado jaspeado).
Los híbridos más abundantes en los concursos y exhibiciones son los obtenidos con canarios. Esto se debe a que todos los criadores de canarios, en un momento u otro, se hacen con algunos fringílidos indígenas o exóticos, y de ahí a intentar cruzarlos con algunos canarios sobrantes solamente hay un paso. Además de éstos hibridadores más o menos ocasionales, existen verdaderos profesionales que se dedican exclusivamente a la hibridación. Éstos programan cuidadosamente las parejas con la tabla y emplean canarios de gran calidad elegidos especialmente en función de la hibridación que desean realizar. La base de todo es que para obtener híbridos de buena calidad con canarios es imprescindible emplear canarios de la máxima calidad, con un color intenso, plumaje brillante y corto y una forma armoniosa y agradable. Y lo mismo podemos decir de su pareja que, tanto si es indígena cómo si es exótica, debe lucir al máximo las características de su especie. Los híbridos a seleccionar pueden ser tanto de la variedad negro-bruno como de la diluida o la jaspeada, y en cada uno de estos casos habrá que elegir un canario del color más adecuado. Es decir, una hembra negro-bruno para los híbridos negro-bruno, un macho diluido para los híbridos diluidos y una hembra lipocrómica para los individuos jaspeados. Las hembras y machos a emplear serán de color intenso o mosaico en función de la pareja con la que se vayan a aparear. En este caso los mosaico van bien cuando se quieren resaltar zonas muy concretas tales cómo la máscara (jilguero, verdecillo, camachuelo mexicano, etc.), el intenso se emplea en todos los demás casos (lúgano de cabeza negra, Sizerín, verderón, etc.)
Pero los buenos F1 jaspeados solamente se obtienen por casualidad y la gran abundancia de jaspeados en los concursos se debe al hecho de que los canarios que más se crían son los lipocrómicos y éstos siempre tienen algún descendiente jaspeado (de hecho, según los jueces de los concursos, basta que haya una pluma aciánica o una uña blanca para que el ejemplar sea considerado jaspeado).
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HÍBRIDOS PÍOS
Para obtener F1 jaspeados se deben emplear canarias lipocrómicas de una talla lo más parecida posible a la del fringílido con la que se van a cruzar. Dado que el F1 debe tener unas características intermedias respecto a las de los padres, es conveniente emplear las hembras pequeñas para el verdecillo, el jilguero, el lúgano, el canario de Mozambique, etc., y hembras robustas con el verderón, piquituerto,etc.
Naturalmente, con los individuos de factor rojo (cardenalito, Sizerín, camachuelos, pardillos, etc.) se emplearán canarios con factor rojo, y con los demás se emplearán canarios con factor amarillo o apigmentados ( con los difusos se tendrá la ventaja de que la mitad de la descendencia será difusa). Para reconocer a las canarias que tengan mucha capacidad para inhibir las enzimas que determinan la melanina, se aconseja probarlas con canarios verdes o pizarra intenso. Para la hibridación solamente emplearemos a las hembras que hayan tenido la mayor parte de la descendencia lipocrómica. De este modo, infaliblemente obtendremos híbridos jaspeados que podrán ser simétricos o no. Los híbridos oscuros obtenidos de tales cruzamientos normalmente son bastante mediocres porque tienen uñas blancas o plumas aciánicas, y éstos son caracteres antiestéticos que restan puntuación en cualquier concurso.
Para obtener F1 jaspeados se deben emplear canarias lipocrómicas de una talla lo más parecida posible a la del fringílido con la que se van a cruzar. Dado que el F1 debe tener unas características intermedias respecto a las de los padres, es conveniente emplear las hembras pequeñas para el verdecillo, el jilguero, el lúgano, el canario de Mozambique, etc., y hembras robustas con el verderón, piquituerto,etc.
Naturalmente, con los individuos de factor rojo (cardenalito, Sizerín, camachuelos, pardillos, etc.) se emplearán canarios con factor rojo, y con los demás se emplearán canarios con factor amarillo o apigmentados ( con los difusos se tendrá la ventaja de que la mitad de la descendencia será difusa). Para reconocer a las canarias que tengan mucha capacidad para inhibir las enzimas que determinan la melanina, se aconseja probarlas con canarios verdes o pizarra intenso. Para la hibridación solamente emplearemos a las hembras que hayan tenido la mayor parte de la descendencia lipocrómica. De este modo, infaliblemente obtendremos híbridos jaspeados que podrán ser simétricos o no. Los híbridos oscuros obtenidos de tales cruzamientos normalmente son bastante mediocres porque tienen uñas blancas o plumas aciánicas, y éstos son caracteres antiestéticos que restan puntuación en cualquier concurso.
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HÍBRIDOS OSCUROS
Así como para obtener hermosos híbridos jaspeados hay que confiar en la suerte, para conseguir buenos híbridos completamente melánicos es necesario saber elegir bien a los padres. La hembra de canario deberá tener ante todo una coloración muy oxidada, y para obtener la máxima expresión de determinadas zonas de elección van bien las mosaico, pero si lo que interesa es obtener la máxima intensidad en todo el manto pueden emplearse las de color intenso, según los principios expuestos anteriormente.
Por ejemplo, para obtener buenos híbridos con el jilguero se puede optar por una canaria verde mosaico; para el camachuelo de México y el pardillo Sizerín se empleará una bronce mosaico; para el negrito una pizarra difusa; para el cardenalito una bronce intensa, etc.
Por regla general, con los individuos que tienen un manto con lipocromo intenso y difuso es mejor emplear las canarias intensas, para los demás va bien las mosaico.
De este modo, para hibridar a un lúgano de los pinos emplearemos una canaria verde mosaico o una pizarra, mientras que con un lúgano de América será mejor emplear una intensa.
Así como para obtener hermosos híbridos jaspeados hay que confiar en la suerte, para conseguir buenos híbridos completamente melánicos es necesario saber elegir bien a los padres. La hembra de canario deberá tener ante todo una coloración muy oxidada, y para obtener la máxima expresión de determinadas zonas de elección van bien las mosaico, pero si lo que interesa es obtener la máxima intensidad en todo el manto pueden emplearse las de color intenso, según los principios expuestos anteriormente.
Por ejemplo, para obtener buenos híbridos con el jilguero se puede optar por una canaria verde mosaico; para el camachuelo de México y el pardillo Sizerín se empleará una bronce mosaico; para el negrito una pizarra difusa; para el cardenalito una bronce intensa, etc.
Por regla general, con los individuos que tienen un manto con lipocromo intenso y difuso es mejor emplear las canarias intensas, para los demás va bien las mosaico.
De este modo, para hibridar a un lúgano de los pinos emplearemos una canaria verde mosaico o una pizarra, mientras que con un lúgano de América será mejor emplear una intensa.
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HÍBRIDOS MUTADOS
Para obtener híbridos mutados se pueden emplear fringílidos mutados o canarios mutados. Hasta la aparición de las mutaciones de los fringílidos, los híbridos mutados solamente se podían obtener empleando machos de canarios con factor ligado al sexo (bruno, ágata, satiné y pastel). Con la aparición de las mutaciones de los fringílidos todo se ha simplificado y los hibridadores han obtenido una gran ventaja; la de poder criar incluso machos F1 mutados y la de poder emplear también las canarias para obtener individuos mutados.
Pero hoy podemos obtener machos F1 mutados empleando un macho, autóctono o exótico, mutado con una hembra canario que presenta la misma mutación u otra alélica. Por ejemplo, los híbridos claros del camachuelo mexicano feomelánico pueden obtenerse tanto con una hembra rubí como con una topacio; del mismo modo, con los machos de verderón ágata se obtienen machos mutados tanto si se emplea una canaria ágata como si se emplea una satiné. Naturalmente, también se pueden emplear ejemplares que sean portadores de los factores citados, y en este caso optaremos por híbridos mutados o negro-bruno.
El híbrido diluido solamente vale la pena obtenerlo si presenta las características de la especie a la que pertenece. Por tanto, es interesante conseguir un híbrido satiné con el jilguero, pero no lo es tanto una hembra satiné F1 con el lúgano de cabeza negra, que la única característica que conservará de la madre será la forma.
En definitiva, los híbridos mutados se obtienen empleando ejemplares que puedan transmitir a su descendencia el color o, por lo menos la forma, y que éstos puedan ser juzgados individualmente. Entre éstos podemos citar al jilguero, el camachuelo, el piquituerto, el verdecillo, etc. Por el contrario, en las especies que presentan un dimorfismo sexual acusado y la hembra no posee un dibujo característico es mejor no intentar obtener híbridos mutados de sexo femenino. Este es el caso de los F1 mutados que se pueden obtener con los Spinus ( a excepción del cardenalito y el lúgano de cabeza negra), con los verderones ( a excepción del del Himalaya), etc.
Para obtener híbridos mutados se pueden emplear fringílidos mutados o canarios mutados. Hasta la aparición de las mutaciones de los fringílidos, los híbridos mutados solamente se podían obtener empleando machos de canarios con factor ligado al sexo (bruno, ágata, satiné y pastel). Con la aparición de las mutaciones de los fringílidos todo se ha simplificado y los hibridadores han obtenido una gran ventaja; la de poder criar incluso machos F1 mutados y la de poder emplear también las canarias para obtener individuos mutados.
Pero hoy podemos obtener machos F1 mutados empleando un macho, autóctono o exótico, mutado con una hembra canario que presenta la misma mutación u otra alélica. Por ejemplo, los híbridos claros del camachuelo mexicano feomelánico pueden obtenerse tanto con una hembra rubí como con una topacio; del mismo modo, con los machos de verderón ágata se obtienen machos mutados tanto si se emplea una canaria ágata como si se emplea una satiné. Naturalmente, también se pueden emplear ejemplares que sean portadores de los factores citados, y en este caso optaremos por híbridos mutados o negro-bruno.
El híbrido diluido solamente vale la pena obtenerlo si presenta las características de la especie a la que pertenece. Por tanto, es interesante conseguir un híbrido satiné con el jilguero, pero no lo es tanto una hembra satiné F1 con el lúgano de cabeza negra, que la única característica que conservará de la madre será la forma.
En definitiva, los híbridos mutados se obtienen empleando ejemplares que puedan transmitir a su descendencia el color o, por lo menos la forma, y que éstos puedan ser juzgados individualmente. Entre éstos podemos citar al jilguero, el camachuelo, el piquituerto, el verdecillo, etc. Por el contrario, en las especies que presentan un dimorfismo sexual acusado y la hembra no posee un dibujo característico es mejor no intentar obtener híbridos mutados de sexo femenino. Este es el caso de los F1 mutados que se pueden obtener con los Spinus ( a excepción del cardenalito y el lúgano de cabeza negra), con los verderones ( a excepción del del Himalaya), etc.
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HÍBRIDOS CON EL GÉNERO FRINGILLA
Las especies pertenecientes a este género son unas de las menos empleadas en las hibridaciones. Esto se debe a su escasa afinidad genética con la gran mayoría de los fringílidos, así como a causa de la escasa presencia de lipocromo y a su carácter arisco, que hace difícil criarlos en jaula.
En cuanto a los colores, el pinzón común solamente tiene lipocromo en el dorso, el obispillo y las alas ( el rojo purpúrea de las partes inferiores se debe a la difracción de la luz en la feomelanina, que es el único pigmento presente en esa zona); el pinzón real presenta trazos de lipocromo en el dorso, en las coberteras alares menores, en la región subcaudal y en las alas; el pinzón del Teide carece de lipocromos: En la práctica, los que emplean al pinzón para efectuar hibridaciones lo hacen más como desafío personal que con la esperanza de obtener híbridos atractivos. Las tres especies del género Fringilla se hibridan entre sí dando lugar a descendencia fértil. Esta facilidad no la mantiene con los demás géneros, a excepción del subgénero Chloris, con el cuál, aunque con dificultad, es posible obtener híbridos con todas las especies del grupo (verderón, verderón de China, verderón de cabeza negra).
Respecto a los demás géneros, aparte de con el jilguero,se han obtenido híbridos con el pardillo Sizerín, el pardillo común y el camachuelo mejicano. Es posible que si se intensificasen los apareamientos y se probasen combinaciones con otras especies y otros géneros, quizá se pudiesen obtener algunos híbridos nuevos.
Al igual que en el camachuelo, aunque por motivos opuestos, en las hibridaciones de pinzones sólo se emplea la hembra, la cual, si bien desova con una cierta facilidad, suele mostrarse tan arisca con el macho que éste muchas veces desiste de cubrirla. De hecho, la hembra empieza a piar y a prepararse para la cópula mucho antes de que llegue el momento del desove, el macho acepta la invitación y en cuanto se le coloca encima, ella lo agrede y picotea. Este comportamiento cesa cuando ya ha acabado de construir el nido y está lista para desovar, pero para entonces el macho ya está más que escarmentado por los picotazos recibidos y procura mantenerse a una cierta distancia. En este caso ni siquiera se puede cambiar de macho, porque si la hembra es molestada se desmotiva por completo y lo echa todo a perder. Por tanto, la única solución posible consiste en emplear machos de un cierto carácter, tales como los del mencionado subgénero Chloris, pero también los del género Carpodacus, algunos Serinus, etc.
A la hembra reproductora bastará con proporcionarle un soporte para el nido colocado en el lugar más iluminado de la jaula o de la pajarera y sin taparlo demasiado para que no lo rechaze. Su material preferido para la construcción del nido es, con gran diferencia, el algodón hidrófilo, pero también le proporcionaremos un poco de musgo y de yute. Dado que una vez acabado el nido la hembra comprueba su solidez, será necesario fijarlo muy bien para evitar que lo abandone.
Dado que los Fringilla tienen una dieta principalmente insectívora, durante la incubación habrá que proporcionarle en el comedero pequeñas presas vivas, y los gusanos de la harina van estupendamente, pero no conviene abusar de ellos por que podrían ser perjudiciales. Cuando nazcan los polluelos podremos darle también larvas de mosca de la carne hervidas, e incluso sus pupas.
Las mutaciones existentes en el pinzón común se pueden pasar al pinzón real y obtener así ejemplares muy interesantes, dando con ello un impulso positivo a la reproducción de las estirpes puras de este fringílido autóctono.
Las especies pertenecientes a este género son unas de las menos empleadas en las hibridaciones. Esto se debe a su escasa afinidad genética con la gran mayoría de los fringílidos, así como a causa de la escasa presencia de lipocromo y a su carácter arisco, que hace difícil criarlos en jaula.
En cuanto a los colores, el pinzón común solamente tiene lipocromo en el dorso, el obispillo y las alas ( el rojo purpúrea de las partes inferiores se debe a la difracción de la luz en la feomelanina, que es el único pigmento presente en esa zona); el pinzón real presenta trazos de lipocromo en el dorso, en las coberteras alares menores, en la región subcaudal y en las alas; el pinzón del Teide carece de lipocromos: En la práctica, los que emplean al pinzón para efectuar hibridaciones lo hacen más como desafío personal que con la esperanza de obtener híbridos atractivos. Las tres especies del género Fringilla se hibridan entre sí dando lugar a descendencia fértil. Esta facilidad no la mantiene con los demás géneros, a excepción del subgénero Chloris, con el cuál, aunque con dificultad, es posible obtener híbridos con todas las especies del grupo (verderón, verderón de China, verderón de cabeza negra).
Respecto a los demás géneros, aparte de con el jilguero,se han obtenido híbridos con el pardillo Sizerín, el pardillo común y el camachuelo mejicano. Es posible que si se intensificasen los apareamientos y se probasen combinaciones con otras especies y otros géneros, quizá se pudiesen obtener algunos híbridos nuevos.
Al igual que en el camachuelo, aunque por motivos opuestos, en las hibridaciones de pinzones sólo se emplea la hembra, la cual, si bien desova con una cierta facilidad, suele mostrarse tan arisca con el macho que éste muchas veces desiste de cubrirla. De hecho, la hembra empieza a piar y a prepararse para la cópula mucho antes de que llegue el momento del desove, el macho acepta la invitación y en cuanto se le coloca encima, ella lo agrede y picotea. Este comportamiento cesa cuando ya ha acabado de construir el nido y está lista para desovar, pero para entonces el macho ya está más que escarmentado por los picotazos recibidos y procura mantenerse a una cierta distancia. En este caso ni siquiera se puede cambiar de macho, porque si la hembra es molestada se desmotiva por completo y lo echa todo a perder. Por tanto, la única solución posible consiste en emplear machos de un cierto carácter, tales como los del mencionado subgénero Chloris, pero también los del género Carpodacus, algunos Serinus, etc.
A la hembra reproductora bastará con proporcionarle un soporte para el nido colocado en el lugar más iluminado de la jaula o de la pajarera y sin taparlo demasiado para que no lo rechaze. Su material preferido para la construcción del nido es, con gran diferencia, el algodón hidrófilo, pero también le proporcionaremos un poco de musgo y de yute. Dado que una vez acabado el nido la hembra comprueba su solidez, será necesario fijarlo muy bien para evitar que lo abandone.
Dado que los Fringilla tienen una dieta principalmente insectívora, durante la incubación habrá que proporcionarle en el comedero pequeñas presas vivas, y los gusanos de la harina van estupendamente, pero no conviene abusar de ellos por que podrían ser perjudiciales. Cuando nazcan los polluelos podremos darle también larvas de mosca de la carne hervidas, e incluso sus pupas.
Las mutaciones existentes en el pinzón común se pueden pasar al pinzón real y obtener así ejemplares muy interesantes, dando con ello un impulso positivo a la reproducción de las estirpes puras de este fringílido autóctono.
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HÍBRIDOS CON EL GÉNERO SERINUS
Este género comprende un gran número de especies, pero muchas de ellas no se han reproducido nunca en cautividad, ni puras ni hibridazas, pues nunca han sido importadas. Los únicos representantes autóctonos son el verdecillo, el verderón serrano y el canario ancestral.
El verdecillo se emplea con mucha frecuencia por la facilidad con la que se hibrida con el canario doméstico y por el hecho de que con éste genera híbridos machos completamente fértiles.
El verderón serrano, menos difundido que el verdecillo, se emplea de forma directamente proporcional a pesar de que a los híbridos les transmite tanto el color como el dibujo. Los serinus exóticos se emplean con mucha más frecuencia, especialmente con el canario, pero las especies africanas, que son la mayoría, tienen el “defecto” de que entran en celo en el período que coincide con nuestro otoño-invierno. Por tanto, así como con los canarios no hay problemas porque podemos anticiparles la puesta, sí que aparecen problemas con las especies de nuestras latitudes. Algunos serinus africanos nunca se adaptan a nuestras estaciones, pero otros sí, y son precisamente esos los que habrá que emplear para las hibridaciones. Todos los machos son unos galanes de primera, impetuosos y a la vez dulces, y pueden cubrir a las hembras de prácticamente cualquier especie, pero la hembra es muy distinta, y, así como se hibrida fácilmente con cualquier otra especie de su mismo género, difícilmente se apareará con un macho de otro género, especialmente si está presente un macho de su especie ( no hay que emplear jamás el método de hacer cantar al macho de su especie para que se anime a aparearse con el otro).
Todos los F1 obtenidos con serinus son unos cantores excepcionales, especialmente aquellos de una coloración menos llamativa, como el Cantor de África o el canario de garganta negra.
Entre los serinus que se crían con más frecuencia hay uno que sería muy interesante poder hibridar con todos los otros fringílidos tanto si presentan factor rojo como si no; el verdecillo de frente roja, pero este pájaro tiene una salud muy delicada y es muy raro ver algún híbrido suyo en los concursos. Volviendo a las especies más rústicas, aquellas que poseen más características que pueden transmitir a sus híbridos son el canario de Mozambique, uno de los pocos que tienen la melanina tan extendida por la cabeza; el canario sulfúreo, de aspecto imponente y con un pico muy robusto; el alario, de dibujo muy limpio, pero carente de lipocromos; el cantor de África, que produce híbridos de color pizarra con casi cualquier especie, y el canario de vientre amarillo, que tiene el lipocromo muy extendido por todo el plumaje. Para obtener buenos F1 cruzándolos con una canaria podemos emplear hembras de color verde intenso o pizarra difuso para obtener la mitad de los híbridos de esta variedad. Los mejores ejemplares que se obtienen en las hibridaciones con otros géneros son con piquituertos (Loxia), verderones (subgénero Chloris) y los lúganos (subgénero Spinus). Los serinus sin lipocromo pueden ser cruzados incluso con especies de factor rojo tales como los camachuelos de los géneros Carpodacus y Pyrrhula.
Si se pretenden obtener híbridos mutados se deberán emplear las hembras de serinus (los machos van bien para cruzarlos con hembras que presenten mutaciones dominantes) porque de momento no existen mutaciones fijadas en las distintas especies. Habrá que recurrir a aquellas ligadas al sexo presentes en los ejemplares a cruzar (canario, verderón, lúgano, lúgano de cabeza negra, etc.). De todo esto es fácil deducir porque en los concursos se ven tan pocos híbridos mutados de serinus (por las dificultades que plantean las hembras).
De los híbridos obtenidos con especies del mismo género, los más atractivos de los que se han visto en los concursos son los de canario de Mozambique y cantor de África, frente roja y verdecillo, y verderón y verdecillo.
Este género comprende un gran número de especies, pero muchas de ellas no se han reproducido nunca en cautividad, ni puras ni hibridazas, pues nunca han sido importadas. Los únicos representantes autóctonos son el verdecillo, el verderón serrano y el canario ancestral.
El verdecillo se emplea con mucha frecuencia por la facilidad con la que se hibrida con el canario doméstico y por el hecho de que con éste genera híbridos machos completamente fértiles.
El verderón serrano, menos difundido que el verdecillo, se emplea de forma directamente proporcional a pesar de que a los híbridos les transmite tanto el color como el dibujo. Los serinus exóticos se emplean con mucha más frecuencia, especialmente con el canario, pero las especies africanas, que son la mayoría, tienen el “defecto” de que entran en celo en el período que coincide con nuestro otoño-invierno. Por tanto, así como con los canarios no hay problemas porque podemos anticiparles la puesta, sí que aparecen problemas con las especies de nuestras latitudes. Algunos serinus africanos nunca se adaptan a nuestras estaciones, pero otros sí, y son precisamente esos los que habrá que emplear para las hibridaciones. Todos los machos son unos galanes de primera, impetuosos y a la vez dulces, y pueden cubrir a las hembras de prácticamente cualquier especie, pero la hembra es muy distinta, y, así como se hibrida fácilmente con cualquier otra especie de su mismo género, difícilmente se apareará con un macho de otro género, especialmente si está presente un macho de su especie ( no hay que emplear jamás el método de hacer cantar al macho de su especie para que se anime a aparearse con el otro).
Todos los F1 obtenidos con serinus son unos cantores excepcionales, especialmente aquellos de una coloración menos llamativa, como el Cantor de África o el canario de garganta negra.
Entre los serinus que se crían con más frecuencia hay uno que sería muy interesante poder hibridar con todos los otros fringílidos tanto si presentan factor rojo como si no; el verdecillo de frente roja, pero este pájaro tiene una salud muy delicada y es muy raro ver algún híbrido suyo en los concursos. Volviendo a las especies más rústicas, aquellas que poseen más características que pueden transmitir a sus híbridos son el canario de Mozambique, uno de los pocos que tienen la melanina tan extendida por la cabeza; el canario sulfúreo, de aspecto imponente y con un pico muy robusto; el alario, de dibujo muy limpio, pero carente de lipocromos; el cantor de África, que produce híbridos de color pizarra con casi cualquier especie, y el canario de vientre amarillo, que tiene el lipocromo muy extendido por todo el plumaje. Para obtener buenos F1 cruzándolos con una canaria podemos emplear hembras de color verde intenso o pizarra difuso para obtener la mitad de los híbridos de esta variedad. Los mejores ejemplares que se obtienen en las hibridaciones con otros géneros son con piquituertos (Loxia), verderones (subgénero Chloris) y los lúganos (subgénero Spinus). Los serinus sin lipocromo pueden ser cruzados incluso con especies de factor rojo tales como los camachuelos de los géneros Carpodacus y Pyrrhula.
Si se pretenden obtener híbridos mutados se deberán emplear las hembras de serinus (los machos van bien para cruzarlos con hembras que presenten mutaciones dominantes) porque de momento no existen mutaciones fijadas en las distintas especies. Habrá que recurrir a aquellas ligadas al sexo presentes en los ejemplares a cruzar (canario, verderón, lúgano, lúgano de cabeza negra, etc.). De todo esto es fácil deducir porque en los concursos se ven tan pocos híbridos mutados de serinus (por las dificultades que plantean las hembras).
De los híbridos obtenidos con especies del mismo género, los más atractivos de los que se han visto en los concursos son los de canario de Mozambique y cantor de África, frente roja y verdecillo, y verderón y verdecillo.
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Re: HIBRIDACION
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Última edición por Moy Vergara el Sab Jun 15, 2013 11:57 pm, editado 1 vez en total.
Re: HIBRIDACION
Gracias lumiguel, muy bueno y oportuno por la epoca, salud.
Donde no hay justicia es peligroso tener razón. Francisco de Quevedo.