Bajo su atenta mirada,
soporta jaula y materia
la mano de la miseria
al avecilla enjaulada.
Será, su fiel camarada,
-bálsamo de penitencia-
pues, con su alegre presencia
ha de mitigar las horas
con sus cantadas sonoras
a su mugrienta existencia.
En tan desdichada vida,
hay un hilo de esperanza
para inclinar la balanza
de la pobreza abatida.
Bajo su mano, está asida,
-sin trampa ni martingala-
la esperanza que la iguala,
pues tiene por compañía
al ave y su melodía
que natura, le regala.
Unidos, por la cochambre,
unidos por el destino
tan voraz como mezquino,
burlan que burlan al hambre,
A pesar del sucio alambre,
y a pesar del sufrimiento,
viven feliz su momento:
el hombre, por pobre “es creso”
sin vuelo el ave “no es preso”
dueños son del firmamento…